[9] Asimismo, según Granados Cosme y Ortiz Hernández (2003) se agudizó la crisis en el sector agrícola e incrementaron las demandas de atención médica rural.
Otras cifras reportadas eran 32.5 consultas, 0.07 intervenciones quirúrgicas y 0.3 egresos hospitalarios por cada cien «solidario-habientes».
No obstante, con el paso del tiempo se hicieron evidentes «varias dificultades», como la contratación de personal médico y la crisis económica.
Por tanto, el IMSS asumió la responsabilidad total del programa, incluyendo garantizar la participación comunitaria;[15] para 1983, el IMSS-Coplamar contaba con 3025 unidades médicas y 60 clínicas hospitales, infraestructura que abarcaba a todos los estados del país —excepto el Distrito Federal— e implicaba una capacidad de atención de unas 18 millones de personas.
[29] González Block y colaboradores (2020) detallan que, sin embargo, el IMSS cumplió «a regañadientes» y transfirió el personal médico dentro del programa, pero no se llevaron a cabo los acuerdos para hacer lo propio con los médicos residentes.
También se generó una indignación pública ante el deterioro en los servicios del programa IMSS-Coplamar.
[37] En 1996, se llevó a cabo el «Primer Encuentro Médico-Quirúrgico» en San Luis Potosí,[38] con el objetivo de proporcionar atención de especialidades médicas a los hospitales rurales del programa.
[44] También, en torno a esas fechas, dicen Sánchez Pérez y colaboradores (2021) que el «área clínica-médica, aun con su desabasto de medicamentos», comenzó a ganar espacio y se dejaron atrás las «acciones comunitarias», además de que «comenzaron a aparecer las unidades médicas y el personal del [programa] con diversas quejas ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH)».
No obstante, en 2004, la situación tuvo una rectificación parcial ya que 60 % de esos empleados entraron dentro del contrato.
[47] Un año después, el programa asumió la responsabilidad de dar los servicios de salud a los usuarios del programa Oportunidades en las entidades en los que aún estaba presente y, en 2007, también comenzó a atender a los beneficiarios del Seguro Popular habitantes de sitios en los que los estados no tenían instalaciones.
[39] En 2009, se incorporaron al programa las «Unidades Médicas Urbanas», con lo que se retornó a estados en los que habían dejado de tener presencia y comenzó a existir en ciudades pequeñas.
[58] Debido al cierre del Seguro Popular, el programa perdió poco más de trecientas unidades médicas urbanas.
[69] Cortés Adame (2022) detallaba que, por medio de convenios, las entidades cederían al IMSS la infraestructura física y humana para otorgar servicios de salud a usuarios no asegurados, tarea originalmente responsabilidad del Insabi, por lo que esa decisión era, según el autor, el reconocimiento implícito del «fracaso» de ese último instituto.
No obstante, también la consideraba «un primer paso que puede brindar certezas a la población sin seguridad social».
[70] Dice Ruezga Barba (1992) que ante la idea de extender los servicios médicos a las zonas marginadas, el gobierno contaba con tres opciones: crear un «órgano ex profeso», encargar la extensión al «esquema sanitario asistencial tradicional» o «sustentarlo en la estructura jurídica administrativa» del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Fue esta última opción por la que se optó, para aprovechar la «estructura administrativa y de asistencia del Instituto».
Los «grupos zonales» inspeccionaban unas dieciocho unidades rurales a través de visitas periódicas y reuniones mensueles.
Sin embargo, también hubo consideraciones políticas, tales como el «apaciguamiento de las zonas rurales afectadas por perturbaciones sociales o rebelión guerrillera y una respuesta a presiones de las autoridades municipales».
[21] Dentro del primer nivel se integraba la promoción del trabajo comunitario, lo que relacionaba el programa con otros proyectos gubernamentales —abasto de alimentos, agua potable, alcantarillado, capacitación labora y educación extraescolar—.
[13] Los «Lineamientos Generales del Programa IMSS-Solidaridad» decían que el modelo de atención de IMSS-Solidaridad era el «Modelo de Atención Integral a la Salud»:[42] También mencionaba entre sus actividades principales: la salud reproductiva y materno infantil, salud integral del adolescente, paquete básico de salud escolar —valoraciones nutricionales, odontológicas, visuales y auditivas, así como sesiones educativas—, alimentación y nutrición familiar, vacunación universal, enfermedades respiratorias, asociadas al inadecuado saneamiento, crónico degenerativas y transmitidas por vectores, así como actividades asistenciales.
Al interior de la población, existían voluntarios —asistentes rurales, comités de salud, practicantes tradicionales (curanderos, parteras, herboristas, hueseros)—, que tomaban un rol más activo en esas tareas.
A lo anterior, se sumaban las cantidades de trabajo comunitario exigidas anualmente; entre 1979 y 1982, se estimó que esa cantidad representaba 295 890 años-hombre, equivalente a 17 000 millones de pesos.
[46] En este sentido, los «Lineamientos Generales del Programa IMSS-Solidaridad» sostenían que el programa estaba financiado «mediante transferencias otorgadas por el Gobierno Federal que se canalizan a través del Ramo 12 Salud».
[49] Más tarde, el financiamiento principal pasó a ser del «Ramo 19», complementado con el «Ramo 12»,[n 3] de tal forma que las Reglas de Operación de 2012 señalaban: «Los recursos con los que opera provienen del Ramo 19 "Aportaciones a Seguridad Social" y constituyen un subsidio federal.
[...] De manera adicional, IMSS-Oportunidades recibe recursos del Ramo 12 "Salud", para otorgar el Componente Salud a las familias beneficiarias del Programa Desarrollo Humano Oportunidades (PDHO)».
Sin embargo, las características establecidas por su propia estructura limitaban el programa al primer nivel de atención, y lo alejaban de brindar una «"atención altamente tecnificada", como se afirma».
[93] Al comparar las tasas de morbilidad entre 1983 y 1986-1987, Mesa-Lago (1992) señalaba, aunque aconsejando cautela al basarse en registros clínicos, que parecía haber ocurrido un «descenso notable en todas las enfermedades [como gripe, enteritis, amebiasis, ascariasis, poliomielitis, tétanos o tuberculosis, entre otras]», excepto escabiosis, rabia y fiebre tifoidea, que aumentaron junto con otras, como la fiebre reumática, aunque decía que esos aumentos «pueden ser atribuibles a una detección mejor».
[96] Al valorar la primera década del funcionamiento del programa, como IMSS-Coplamar, el autor argumentaba que se había logrado establecer rápidamente una infraestructura sanitaria en zonas rurales remotas y «proporcionar atención de salud institucional a los pobres rurales [...] la tarea formidable de construir, mantener y abastecer las clínicas, incluso en zonas geográficamente aisladas, se ha realizado en su mayor parte con éxito».
[94] Un estudio de Puentes Rosas, Gómez Dantés, y Garrido Latorre (2006) encontró que IMSS-Oportunidades, al valorar el trato en los diferentes servicios de salud del país, recibía buenos puntajes en trato respetuoso y comunicación, sin embargo, era baja en cuanto a las expectativas de los usuarios.
[13] Menéndez (2005) señaló que el respaldo económico a programas como IMSS-Solidaridad, entre 1988 y 1994, «se atribuyó a los objetivos políticos del grupo encabezado por el presidente [Carlos] Salinas [de Gortari]».