La huelga duró del 1 al 18 de abril.
La protesta tuvo repercusión internacional, pues durante la huelga se produjeron varias muertes atribuibles a la falta de asistencia médica.
Así, a la prensa española de la época trascendieron los ejemplos de una niña de cuatro años que falleció en Aarschot tras esperar en vano la llegada de un médico; un hombre en Neufville que murió en análogas circunstancias; un minero jubilado que sufrió una crisis cardíaca en Quarregnon y que murió, horas más tarde, de un infarto, sin que le hubiese examinado ningún médico y una madre que murió en Amberes al dar a luz su quinto hijo sin ser asistida por ningún facultativo.
Hubo médicos que salieron del país a estados limítrofes como los Países Bajos para eludir la posible convocatoria forzosa para acudir al puesto de trabajo.
Aunque el Gobierno de Bélgica actuó llamando a los médicos militares para incorporarse y atender a los enfermos, al final se vio obligado a ceder a las exigencias de los huelguistas.