Hostal de la Gavina

Este edificio acogía dos viviendas aunque en el exterior parecía un único chalet.

[4]​ La residencia formaba parte del primer núcleo que se edificó en la urbanización después de la Senya Blanca.

Poco después de la primera adaptación, el hostal fue ampliado en una segunda reforma aunque no se ha podido determinar la fecha exacta pero si que el hotel ya estaba funcionando como tal antes de llevarse a cabo esta ampliación.

El chalet inicial era muy parecido al que se encuentra al otro lado de la plaza, conocido como la Domus Nostrum, chalet Niubó, o chalets Anna Ensesa i Albert Sibils.

La cubierta era a ocho aguas, formaba un alero volado sujeto por modillones de madera y remataba con un jarrón parecido a los que había en otros chalets de la urbanización (Domus Nostrum, Roquet).

Ambas casas tenían tres plantas: subterráneo, planta baja y primera planta (más el mirador) aunque a causa del desnivel del terreno, la parte del edificio de la plaza únicamente tenía dos y la parte que daba a los jardines, tres.

En las dos viviendas las estancias se organizaban a partir de pasillos ya fueran centrales o laterales.

Con referencia al aspecto exterior y a la decoración, este edificio como todos los de la urbanización tenía los muros blancos y un zócalo de piedra que recorría la parte inferior pero, además, al igual que la Domus Nostrum, presentaba un esgrafiado en la fachada de la plaza del Roserar.

Este dibujaba casetones en tonos ocres que contrastaban con el banco del resto de la pared.

Masó utilizó esta puerta en otros chalets de la urbanización (Cruz y Roquet).

En la primera reforma las dos viviendas se unieron perdiendo así la división interna.

El complejo estaba basado en cuerpos cuadrangulares que acogían nuevas estancias como un patio o las cocheras.

En esta reforma también se modificaron los jardines que pasaron a tener un diseño radial, así de una estrella central que acogía un pozo partían Radialmente los diferentes paseos.

[7]​[8]​ La mayoría de estas imágenes pertenecen al núcleo central formado por los primitivos chalets.

En ellas se pueden ver como en la mayor parte de las habitaciones la cerámica tenía un gran protagonismo.

En primer lugar recubría todo el suelo aunque utilizando diferentes motivos.

Las baldosas hidráulicas repetían figuras geométricas, sobre todo basadas en rombos, líneas diagonales y líneas en zigzags y en triángulos que en muchos de los casos se agrupaban formando cenefas.

Se trataba de cenefas con figuras geométricas enmarcadas en cuadrados y rectángulos que entroncaban con la estética Art déco.

Las vigas del techo que recorrían las distintas dependencias también fueron aprovechadas para colocar ornamentación, esta vez basada en el rombo.

En general, a pesar de tener pocos datos, se puede decir que los interiores del hotel tenían un aspecto rural y popular, es decir, hasta cierto punto recordaban a los interiores de las masías tradiciones catalanas.

Estaba situado detrás de la plaza del Roserar y ocupó un espacio que en un principio había estado pensado para construir chalets.

La construcción de unas pistas de tenis en vez de las nuevas residencias, probablemente vino por el gran auge que estaba teniendo el tenis como deporte entre las clases acomodadas y es muy posible que por esta razón Masó y los Ensesa decidiesen incluir las pistas haciendo así más atractivos el Hostal y la urbanización.

A los laterales de cada campo se encontraban las gradas para los espectadores.

El resto de las pistas se han conservado casi sin modificaciones.

Tal y como se podía apreciar en los planos y esbozos, los ángulos de la plaza del Roserar donde se sitúa el hostal estaban concebidos de igual manera, por esta razón el chalet primitivo y el de la Domus Nostrum (chalet al otro lado de la plaza) eran tan parecidos, sobre todo las fachadas que estaban dirigidas al ágora.

En la parte de la plaza los chalets parecía más acordes a la corriente italianizante y renacentista que se daba dentro del Novecentismo catalán mientras que la parte de los jardines, las casas aludían a la corriente popular, tradicional y rural que invadió las últimas etapas del mismo movimiento.

Todo junto hace que estos edificios sean únicos dentro de la urbanización de S’Agaró ja que el resto entroncan más con la corriente popular, no presentaban esgrafiados y la simetría en las fachadas era inexistente.

Un hotel a modo de una casa rural catalana, sobre todo en lo que a los interiores se refiere, pero que sin embargo era capaz de ofrecer lo último en confort, higiene y lujo.

Allí se dieron cita grandes personalidades tanto intelectuales, como políticos o incluso celebridades de Hollywood como Elizabet Taylor, Ava Gadner, Sean Connery o Robert de Niro.

Actual Hostal de la Gavina desde la avenida de la Conca
Actual Hostal de la Gavina desde la plaza del Roserar
Chalet primitivo, antes de ser tranformado en el Hostal de la Gavina. Fuente: Centre de Recerca i Difusió de la Imatge (CRDI)
Obras de la segunda reforma (primera ampliación) del HOstal de la Gavina. Fuente: Centre de Recerca i Difusió de la Imatge (CRDI)
Obras de la tercera reforma (segunda ampliación) en el Hostal de la Gavina. Fuente: Centre de Recerca i Difusió de la Imatge (CRDI)
Otro de los comedores del Hostal de la Gavina. Fuente: Centre de Recerca i Difusió de la Imatge (CRDI)