Si el gallo sobrevivía a esta terrible experiencia, se consideraba una señal de buena suerte y éxito para el año siguiente.
Estos distritos, conocidos como Eggen (Egge en singular), se remontan a la Edad Media, aunque la fiesta en sí tiene sus orígenes en el siglo XIX.
Los Eggen son mencionados por primera vez en un escrito de 1462, y se sabe que hacia 1560 contaban en total con unos 1500 habitantes repartidos en 240 hogares.
[2][3][4] A principios del siglo XIX el bajo alemán era la lengua de los pobres y su uso, por lo tanto, no era socialmente aceptable.
Esta realidad solo cambió gracias a los trabajos del maestro y poeta Klaus Groth, oriundo de Heide, quien en su obra Quickborn (1852) estableció el bajo alemán como lengua literaria alternativa.