Pero la historia de la Antigüedad clásica le interesaba más, inspirándose en Johann Joachim Winckelmann.
Tuvo que vagar por Alemania, aunque le iban acogiendo amigos políticos.
[4] En una granja de Mecklemburgo, el dueño le hizo pasar por pastor y lo escondió durante una larga temporada.
Finalmente, en 1848, tras las leyes de amnistía, percibió una indemnización, pero no se le restituyó su cátedra.
Aún en vida fue testigo de cómo se realizaba este deseo con la fundación del Imperio alemán en 1871 bajo Otto von Bismarck.