Tanto James Parakilas[1] como Arthur Loesser enfatizan la conexión existente en este período entre el piano y la mujer.
Por ejemplo, Emma Wedgwood Darwin, la nieta del rico industrial Josiah Wedgwood, recibió lecciones de piano de Frédéric Chopin y al parecer adquirió un buen nivel.
Este instrumento también se convirtió en común en las instituciones públicas, como escuelas, hoteles y pubs.
Como elementos del estilo de vida de la clase media occidental el uso del piano se extendió poco a poco a otras naciones y se convirtió en un instrumento habitual, por ejemplo, en Japón.
Para entender el aumento del uso del piano entre la clase media, es necesario recordar que antes de los aparatos mecánicos y electrónicos de reproducción, la música, era transmitida entre la gente común en sus tareas cotidiana.
A veces los miembros de la familia cantaban o tocaban otros instrumentos junto al piano.
El libro "My Life and Music" de Artur Schnabel describe vívidamente su propia experiencia sobre este hecho, que tuvo lugar en el Imperio austrohúngaro a finales del siglo XIX.
Este instrumento, en su forma más barata, es ampliamente considerado sólo un pobre sustituto por su calidad tonal de un buen piano, pero es mucho más flexible y en muchos sentidos se adapta mejor a la interpretación de la música popular.