En el primer volumen Foucault critica la "hipótesis represiva", esto es, la idea de que la sociedad occidental suprimió la sexualidad desde el siglo XVII hasta mediados del siglo XX, debido al auge del capitalismo y de la sociedad burguesa.
[2] En el segundo, proyecta una idea mejor formada, estableciendo la posibilidad de desarrollar otras "arqueologías" como la de la sexualidad: «Veo bien, desde este momento, cómo se la podría orientar hacia la episteme: se mostraría de qué manera se formaron en el siglo XIX unas figuras epistemológicas como la biología o la psicología de la sexualidad, y por qué ruptura se instauró con Freud un discurso de tipo científico.»[3] y agregaba: «habría que preguntarse si tanto en esas conductas como en esas representaciones, no se encuentra involucrada toda una práctica discursiva.»[4] En la primera edición del primer libro se proyectaba el plan de la obra seguido de otros seis volúmenes con los siguientes títulos: La Chair et le corps (La carne y el cuerpo), La Croissade des enfants (La cruzada de los niños), La Femme, la mère, l’hystérique (La mujer, la madre, la histérica), Les Pervers (Los pervertidos) y Population et races (Población y razas).
Foucault inicia su obra criticando la llamada «hipótesis represiva», esto es, la teoría de que la sexualidad estuvo reprimida desde el siglo XVII hasta bien entrado el siglo XX debido a que el sistema capitalista moderno decidió acallarla por no ser parte de la lógica de la producción de la época victoriana: «Lo que no apunta a la generación o está trasfigurado por ella ya no tiene sitio ni ley.».
[15] El francés oponía a esta idea de la sexualidad reprimida la hipótesis contraria de que el sexo estuvo en constante incitación creciente desde finales del siglo XVI, solo que a través del filtro del discurso, el cual se dedicó a ejercer poder sobre él y clasificarlo, no se ha hecho otra cosa que diseminar e implantar «sexualidades polimorfas», lo cual se dedicará a demostrar en lo capítulos siguientes.
En la primera sección de esta parte, La incitación a los discursos, Foucault intenta demostrar que a partir del siglo XVII los discursos sobre el sexo no fueron suprimidos sino, por el contrario, multiplicados bajo un ejercicio de poder que los hizo más explícitos y detallados, pero controlados.
La primera estableciendo enfermedades nerviosas que encubrían sexualidades profusas, la segunda haciendo lo propio con la catalogación de perversiones sexuales y el último a través del establecimiento de crímenes contra natura.
Sin embargo, el sexo counyugal comienza a tomar menos espacio en el discurso y se comienza a poner énfasis en las sexualidades heterogéneas y periféricas.
Las leyes civiles y eclesiásticas imponen la línea de lo correcto y señalan lo que es "contra la ley", pero señalan mayor abyección de lo que es "contra natura", generando así la categoría de lo perverso: «En relación con las otras formas condenadas (...) como el adulterio o el rapto, adquieren autonomía: casarse con un pariente próximo, practicar la sodomía, seducir a una religiosa, ejercer el sadismo, engañar a la esposa y violar cadáveres se convierten en cosas esencialmente diferentes.».