[3] El libro se encuentra dividido en seis secciones,[4] cada una de las cuales cuenta con su propio estilo y estructura.
[5] La escritora y catedrática María Auxiliadora Balladares se refirió positivamente al poemario, elogiando el «sostenido trabajo con una versificación larga, que se instala en lo poético a partir de recursos típicamente barrocos como el encadenamiento de sintagmas nominales o la ruptura de sistema».
Balladares destacó en especial las últimas secciones del libro, de las que señaló: «versos mucho más cortos surgen en el poema, como un respiro, como una pausa, como la contracara de esa lengua barroca, como el silencio que esa yo poética dice que es Mabel, la hermana muerta».
[2] Escribiendo para el diario español El País, el crítico literario Luis Bagué Quílez calificó al libro como un «tsunami expresivo», además de aseverar que poseía una «estética tenebrista» que «nos habla de una crueldad ceremonial y atávica».
[10] Eduardo Varas, en un artículo del diario Primicias, también alabó la obra, particularmente «el impacto, la tensión y la maestría en el manejo de los versos», además de referirse al libro como «una experiencia para entrar, flotar y redescubrir que la poesía, cuando funciona, se va a convertir en algo más que un libro con versos impresionantes».