En 1906, siendo profesor en San Pedro Soteapan, Veracruz, se afilió al Club Liberal Benito Juárez de San Pedro Soteapan, colaborando así en la Rebelión de Acayucan dirigido por Hilario C. Salas.
Fue detenido junto con Francisco Cinta y enviado a San Juan de Ulúa, donde permaneció por casi cinco años.
Desde un principio los rebeldes comenzaron a hacer grandes estragos entre los federales, por lo que el mayor y el capitán, tratando de evitar una mayor carnicería, izaron bandera blanca pidiendo parlamento para deliberar sobre las condiciones de su rendición; pero esto no fue más que una ruin estratagema, ya que cuando los revolucionarios estaban dispuestos a iniciar las conferencias y se hallaban muy confiados en la buena fe de sus enemigos, fueron intempestivamente atacados por éstos, que mataron a la mayoría de ellos a bayoneta calada, para después emprender la fuga hacia Acayucan, en donde al llegar hicieron alarde de su victoria.
Al dejar el presidio después de haber padecido por tanto tiempo infinidad de vejaciones y torturas en sus calabozos y galeras, los tres insurgentes se unieron al maderismo victorioso.
Hilario Gutiérrez, que cuando los jefes del 25.º Batallón cometieron su incalificable felonía, se precipitó en una barranca con intención de matarse antes que caer prisionero, y que por sus admirables hazañas durante su breve actuación revolucionaria mereció ser llamado por sus correligionarios el héroe de 1906, permaneció en Veracruz junto con Salas y Donato Padua, y al ser asesinado el presidente Madero combatió al régimen usurpador en las filas del Ejército Constitucionalista perteneciendo al Séptimo Batallón de Infantería jefatura do por el coronel Miguel Martínez, que operaba en los cantones de Acayucan y Minatitlán.