[1][2] Se ha descrito susceptibilidad genética, tabaquismo, obesidad, fricción, una respuesta inmunitaria alterada y anomalías hormonales, entre otros.
[4] Cuando la lesión no responde al tratamiento clínico y se cronifica, puede ocasionalmente evolucionar a la malignización, generando un cáncer de piel.
Las lesiones son recurrentes y se acompañan de dolor profundo e intenso.
El diagnóstico es exclusivamente clínico y se basa en tres características:[6] Esta enfermedad no tiene actualmente curación, aunque sí tratamiento.
Entre los diversos fármacos a emplear, se encuentra actualmente en discusión el uso de diversos medicamentos biológicos, como infliximab y adalimumab, que se utilizan también para tratar otras enfermedades de la piel.