Hermandad de la Soledad (Benacazón)

Su principal culto externo es la estación de penitencia, que realiza desde su fundación en la tarde-noche del Viernes Santo[2]​ con dos pasos: el Santísimo Cristo Yacente en una urna, y María Santísima de la Soledad bajo palio.

Esta imagen es una talla de madera de pino fechada a finales del siglo XV o a principios del siglo XVI,[5]​ aunque se desconoce su autoría.

El hecho de su articulación nos hace pensar, casi con total seguridad, que se trata de una tipología muy concreta de imaginería cristífera: los cristos del Descendimiento[5]​ es decir, imágenes del Señor realizadas para efectuar con ellas la ceremonia del Descendimiento el Viernes Santo.

Por estas fechas existía en Benacazón un hospital dedicado al mártir San Sebastián que, una vez que Felipe II suprime todas las instituciones de este tipo a finales del siglo XVI, queda sin uso, por lo que las tres hermandades existentes en la villa por aquellas fechas (la Soledad, la Vera-Cruz y la Sacramental) lo utilizan indistintamente para guardar sus imágenes, enseres y celebrar sus reuniones.

Esta procesión la compondrían el citado paso (que en esta época no sería más que unas sencillas andas) del Santo Entierro y otro con la Virgen de la Soledad.

La imagen que en estos momentos representaría esta advocación se encuentra en paradero desconocido y no se tiene dato alguno sobre ella, pues la imagen actual es del siglo XVIII, como veremos.

Se trasladaría a la Iglesia Parroquial donde se efectuaría el encuentro con el Cristo Resucitado, el cual habría sido trasladado de forma privada hasta allí.

Y esta ceremonia, con algunos matices distintos, se sigue celebrando en la actualidad, como explicaremos a continuación.

De vez en cuando aparece algún expediente en el que algunos vecinos solicitaban unirse como hermanos a la Hermandad de la Soledad[7]​ y, por habérseles denegado por diversas razones, emprendían pleitos ante la autoridad eclesiástica.

Por ejemplo, sabemos que la Hermandad celebraba un cabildo el Domingo de Ramos para tratar todo lo relacionado con la estación de penitencia del Viernes Santo, y en el que los hermanos colaboraban con donativos para la cera, las flores e incluso la música que acompañaba a la Virgen.

El historiador Julio Adame Ortiz, en un artículo publicado en el número 70 del Boletín de la Hermandad,[9]​ fechaba la imagen en un arco temporal comprendido entre 1733 y 1740, debido a que por esas fechas Duque Cornejo se hallaba trabajando en la realización de las trazas del retablo mayor de la Parroquia del vecino pueblo de Umbrete, que finalmente fue ejecutado por Felipe Fernández del Castillo.

En la mañana del domingo realiza su salida desde la Capilla la Inmaculada Concepción o Pureza de María, una imagen que, por el parecido con la Virgen de la Soledad, se atribuye a Pedro Duque Cornejo y se fecha en el mismo arco temporal que la imagen dolorosa de la Hermandad, entre 1733 y 1740.

Concretamente, Luis Romero realiza el retablo en 1849, siendo hermano mayor y mayordomo D. José Domínguez, y el mismo es pintado en 1853 siendo mayordomo de la Capilla D. Antonio Míguez Fernández.

Igualmente, la urna neogótica en la que actualmente procesiona el Santísimo Cristo Yacente, realizada en madera y dorada, es de este siglo.

[13]​ Esta fiesta, seguramente durante la etapa republicana y franquista, acabaría por desaparecer por las dificultades del momento hasta su posterior recuperación.

Era, quizás, el único acto de la Hermandad, junto a los cultos cuaresmales, que sacaba a la corporación del letargo crónico en el que se hallaba sumida el resto del año.

No obstante, fue en 1980 cuando se adoptó por parte de la Junta de Gobierno una medida que iba a influir, en gran medida, en el auge devocional del que goza el Santísimo Cristo Yacente en la actualidad.

Aprovechando las características de la imagen como Cristo articulado, se decide, contando para ello con la aprobación arzobispal, exponerlo durante todo el año a la veneración de los fieles crucificado en un altar en un lateral de la Capilla, donde se sigue venerando actualmente salvo en momentos concretos del año.

Por estas fechas, también, comenzaría a celebrarse el anual besamanos de la Virgen en septiembre, y se fueron renovando todas las insignias que la cofradía ponía en la calle el Viernes Santo, destacando de manera especial el Senatus, realizado por el hermano Antonio Márquez.

Padre Cristóbal Jiménez Sánchez, se inició la celebración del Solemne Quinario en honor del Cristo, lo cual constaba en las reglas pero nunca se había llevado a cabo en los tiempos recientes, que culmina cada año en la festividad de Cristo Rey con el traslado de la imagen al Cementerio de Benacazón y su besapiés.

Para finalizar, y adentrándonos en el actual siglo XXI, hay algunos hitos importantes que destacar.

Todo el conjunto está rodeado por la corona de espinas, situándose sobre ella, en la parte superior, el capelo cardenalicio, y estando todo timbrado por la Corona Real, al ser S.M.

El Rey Hermano Mayor Honorario de nuestra Hermandad, y S.M.