La primera obra fue llamada Pío Retiro de María Inmaculada, donde tanto las religiosas como las niñas vivían en común, siguiendo las constituciones inspiradas por Gianotti.
Con el beneplácito del cardenal Apuzzo la asociación se inscribió a la Tercera Orden de San Francisco.
[2] A la muerte del fundador (1914), las religiosas de María Inmaculada se fueron convirtiendo, según las circunstancias del tiempo, en monjas de estricta clausura, pero desde donde llevaban el apostolado con las niñas huérfanas y la obra litúrgica.
Por ello, en la primera etapa del instituto se limitaron solo a mantener la casa madre.
[2] La Congregación Hermanas Siervas de la Inmaculada es un instituto religioso centralizado, cuyo gobierno lo ejerce la superiora general, coadyuvada por su consejo.