Henryk Ross

Consiguió un puesto como fotógrafo para la administración del gueto, que aparentemente era independiente de la gestión alemana, pero donde prácticamente sólo hacía retratos para la documentación de los residentes en el gueto dirigido por el nazi Hans Biebow.

Con todo esto logró documentar bastante bien la vida en el gueto, desde la aparente normalidad del día a día, hasta las diferentes penurias y cadáveres de la población, que era obligada a trabajar en los talleres del ejército alemán bajo durante su encierro.

Los niños, enfermos y ancianos fueron deportados a los campos de concentración.

Tras la guerra Ross volvió a establecerse como fotógrafo en Lodz, donde abrió un estudio.

En 1961, durante el proceso a Adolf Eichmann, Ross fue testigo de la acusación y sus imágenes fueron aportadas como prueba.