Observó cómo las redes de comercio y transporte, por ejemplo las redes ferroviarias, eran algo más que rutas para llevar mercancías, pues generaban grandes influencias culturales y sociales.
Estudió entonces el papel que la tecnología de la comunicación ocupaba en los procesos culturales, políticos y económicos y postuló la teoría según la cual las tendencias de la comunicación, determinadas por las tecnologías comunicacionales, son las que determinan las formas que adopta la organización social.
[3] Los monopolios de saber, según su postura, supeditan la distribución del poder político entre los grupos sociales.
Los sistemas de comunicación dan forma a la organización social porque estructuran relaciones temporales y espaciales.
Consideraba, por ejemplo, que el balance entre la comunicación oral y escrita fue muy importante para la Grecia antigua en el siglo V a. C.[5] Advirtió que, en cambio, en la actualidad los medios están obsesionados por el impacto inmediato, de manera que el alcance del mensaje se privilegia en forma extrema sobre su permanencia y se efectúa una "continua, sistemática y despiadada destrucción de elementos esenciales para la permanencia de la actividad cultural".