En 1961 se doctoró por segunda vez en la Universidad de Zúrich (para la admisión en el cuerpo docente universitario) con la tesis Über die geistige Entwicklung des Kindes (El desarrollo mental del niño).
Allí fue profesor titular y director del Instituto de Psicología.
Entre 1971-1976 fue miembro de la Comisión Nacional (suiza) “Lehrerbildung von morgen” (“Formación docente del mañana”).
Aebli postula que al educador le cabe un papel central en la medida en que le ayuda a sus educandos a estructurar y ordenar sus predisposiciones, porque “(…) el niño y el adolescente rara vez son capaces de realizar este orden por su cuenta.
El orden interior del hombre es una delicada planta; su formación necesita apoyo durante años, hasta que se alcanza su autonomía.
La asignación de tareas adecuadas al nivel del aprendiz es lo que le permite progresar y madurar hacia la autonomía y la comprensión del mundo.
“Se trata, para decirlo en pocas palabras, de la idea de un hombre autónomo, es decir, que busca con independencia su camino en un mundo que no parece lo suficientemente claro como para poderse confiar sin mas en él.”[4] El logro de la autonomía y la comprensión del mundo se constituyen en forma gradual con cuatro pasos que se repiten en forma de espiral en cada nueva fase del aprendizaje: construir, elaborar, ejercitar y aplicar.
“Las cuatro funciones de construir, elaborar, ejercitar y aplicar recorrerán una espiral, con giros siempre renovados.
[6] La meta no es sin embargo lograr simplemente la autonomía individual; el proceso debe ser grupal, porque el trabajo en grupo promueve tanto la autonomía individual como la interacción social, ya que implica la coordinación, la cooperación, el descentramiento de puntos de vista individuales (y por lo tanto arbitrarios), genera una mente crítica y promueve la generación constructivista de los conocimientos.