Hija de Otto Fenichel, Pitkin nació en Berlín y emigró a Estados Unidos en 1938.
Algunos de sus libros son: The Concept of Representation (1967), Wittgenstein and Justice (1972, 1984, 1992) y Fortune Is a Woman: Gender and Politics in the Thought of Niccolò Machiavelli (1984, 1999).
Existe una selección amplia de sus textos en Hanna Fenichel Pitkin: Politics, Justice, Action (2016).
Es en su primera obra, "The Concept of Representation", donde la autora aporta una clasificación sobre los distintos tipos de representación.
La perspectiva que desarrolla Hobbes sobre la representación es, a su tiempo, tentadoramente plausible y peculiarmente deficiente, según la autora.
Porque es deficiente, se puede utilizar como medio hacia un estudio más amplio de lo que es la representación.
Se trata de una perspectiva claramente sesgada a favor del representante, puesto que sus derechos han sido ampliados y sus responsabilidades disminuidas.
En contra, el representado ha adquirido nuevas responsabilidades y ha renunciado a algunos de sus derechos.
Para Pitkin, el representante no actúa por otros, sino que los sustituye en virtud de una conexión entre ellos.
[7] Siguiendo las premisas de Wittgenstein sobre el lenguaje para ofrecer una ontología social, Pitkin pretende entender lo que las personas dicen y hacen.
Tal y como se ha visto, Pitkin ha seguido a Wittgenstein al tomar el lenguaje como parte de la actividad humana.
Esto es, la acción humana no puede ser estudiada de manera lineal y causal.
Para el segundo argumento, la autora explica que otras regiones del idioma pueden abordar las mismas preguntas.
[6] Al inicio del capítulo, Pitkin comienza relatando la anécdota entre Sócrates y Trasímaco sobre justicia.
[6] Pitkin sostiene que la justicia es un concepto demasiado complejo para definirlo a lo largo de una sola dimensión.
Definir la autonomía frente a la mujer se convierte en algo contraproducente para Pitkin.
Pitkin se centrará en las dos últimas imágenes para aportar explicación a la autonomía que defiende Maquiavelo.
En el último capítulo, Pitkin intenta rescatar a Maquiavelo de sí mismo.
Existe una visión de autonomía universal y reciprocidad en la imagen del Ciudadano, aunque Maquiavelo logra mantenerla.
Los modernos, refiriéndonos a la sociedad actual, estamos en una mala situación, sobre la cual necesitamos hacer algo.
No obstante, si nos preguntamos de quién es la culpa, la respuesta que da Arendt es, al parecer, la sociedad, lo social.
[10] Arendt escribe sobre lo social como si un monstruo malvado del espacio exterior, totalmente externo a nosotros, hubiera caído sobre nosotros con la intención de debilitarnos y destruirnos, engullendo nuestra individualidad y convirtiéndonos en robots que cumplen sus propósitos.