[2] Según la mitología griega, el rey Minos de Creta prometió ofrecer un sacrificio a Poseidón, quien —para tal fin — hizo emerger del mar a un magnífico toro.
Pero Minos no sacrificó al formidable animal, sino que lo llevó a sus establos como semental.
Hércules lo encontró y consiguió dominarlo, llevándolo vivo hasta Micenas, donde Euristeo lo quiso ofrecer en sacrificio a Hera, quien lo rechazó, por lo que Euristeo lo dejó libre.
El toro siguió causando estragos, hasta que finalmente Teseo consiguió matarlo en la llanura de Maratón.
[6] El tono altivo del héroe y el sumiso del animal evidencian el programa previsto por el conde-duque de Olivares: de la misma forma que Hércules controló la fuerza bruta del toro, un gobernante inteligente y poderoso puede apaciguar el desorden de su reino.