Guyunusa

La historia de su desgracia, convertida en leyenda, simboliza la despótica intervención del primer gobierno nacional frente a la cultura indígena local y marca un hito en la Historia de Uruguay.

Al llamado asistieron varios centenares de charrúas, así acompañó Guyunusa a sus familiares e integrantes de su tribu hasta un potrero cercano al arroyo Salsipuedes Grande, donde Rivera asesinó personalmente al cacique Venado de un tiro, siendo ésta la señal para iniciar la matanza.

1200 soldados al mando de Bernabé Rivera persiguieron y sentenciaron en el acto a 40 indígenas -según el parte de Rivera, y “miles” según la historia oral-[2]​ y tomaron a 300 prisioneros, entre los que se encontraba Guyunusa, a la que le fue arrebatado su hijo, un niño pequeño del que no hay datos registrados.

[Nota 1]​ Los prisioneros fueron llevados a pie casi 300 km hasta Montevideo, donde algunos fueron vendidos como esclavos y otros permanecieron en cautiverio.

El grupo estaba integrado también por el cacique Vaimaca Pirú (o Perú) y el chamán Senacua Senaqué, ambos en poder de De Curel y el joven guerrero Laureano Tacuabé (o Tacuavé) Martínez, elegido por el gobierno entre los que se encontraban en prisión.

Guyunusa fue descripta con la cabeza elevada en forma prominente, con un tatuaje en la frente de tres rayas azules, menos habilidosa para el juego que Tacuabé y más indolente, con modo de hablar dulce.

En el informe también figura que sabía cantar y se acompañaba tocando su violín.

En el hospital le afeitaron el cabello, pusieron un encofrado en su cabeza y dos tubos en su nariz para permitirle respirar y le hicieron un vaciado de yeso para conservar el registro de su estructura craneana.

[9]​[20]​ En la ciudad de Lyon existe una calle a la que llaman “Camino del indio”.

“Los últimos charrúas” exhibidos en París en 1833.