Etiopía declaró la guerra y movilizó su ejército con el fin de contraatacar.
Sobre Asmara, la capital de Eritrea, las fuerzas aéreas etíopes descargaron sus bombas y, como respuesta, los eritreos bombardearon a su vez las ciudades de Adigrat y Mekele.
La primera oleada del conflicto duró unas cuatro semanas, realizando ambos bandos fortificaciones a lo largo de la frontera.
Los ataques aéreos cesaron en junio de 1998 y el frente se estabilizó.
Por otro lado, puesto que los pueblos de Etiopía y de Eritrea están íntimamente ligados en términos históricos, culturales y hasta conyugales, debido a la guerra muchas familias se han visto físicamente divididas.