Dada la relativa corta distancia a Júpiter, la gravedad del sistema ha sincronizado la rotación de estos satélites.
Las cuatro lunas tienen órbitas relativamente circulares, prógradas, y poco inclinadas con respecto al plano ecuatorial de Júpiter.
Al igual que las lunas internas de Saturno, es posible que estos cuatro satélites hayan sido destruidos por cometas y posteriormente reconstruidos por la gravedad a través de la historia del sistema solar.
Las dos últimas son, respectivamente, la quinta y séptima lunas más grandes del sistema joviano.
Las observaciones sugieren que al menos el miembro más grande, Amaltea, no se formó en su órbita actual, sino más lejos del planeta, o que es un cuerpo menor del sistema solar capturado por Júpiter.