El conocido como Grito de Nueva Écija (Filipino: Sigaw ng Nueba Esiha) (Inglés: Cry of Nueva Ecija) supuso el inicio de la Revolución Filipina en Luzón Central.
[1] Alrededor de 3.000 voluntarios dirigidos por Mariano Llanera y Pantaleón Belmonte, las gobernadorcillos de Cabiao y Gapán inician la marcha hacia San Isidro de Nueva Écija, asediando la plaza 500 hombres.
El comandante de la Guardia Civil Joaquín Machorro muere en combate el primer día de la batalla.
Tropas españolas procedentes de Peñaranda consiguen levantar el cerco causando a los revolucionarios 60 muertos, persiguiéndoles hasta Cabiao, plaza que abandonan refugiándose en Candaba, ya en la Pampanga y también en San Miguel de Mayumo en Bulacán.
Manuel Tinio protege el paso del río de los rebeldes de San Isidro que se refugian en Jaén de Nueva Ecija, siendo perseguidos hasta enero de 1897, obligando a Llanera a cambiar de táctica, prescindiendo de tropas regulares para organizar la guerrilla hasta que pudieran reagruparse para una nueva ofensiva, la revolución parecía haber terminado.