[2] La expresión latina gratis pro Deo ("gratuitamente por el amor de Dios"), utilizada desde la Edad Media, se emplea en la actualidad con sentido irónico.
[6] Es una noción ambigua, ya que en realidad ningún bien económico es gratuito socialmente, puesto que todos tienen algún coste de producción o alguna externalidad, y por tanto alguien tiene que asumirlos, aunque no los pague directamente el consumidor (en el caso de que un bien no tenga coste alguno para nadie, no es un bien económico sino uno de los llamados bienes libres).
También ocurre que el que disfruta de un bien o servicio gratuito afronta al menos un coste de oportunidad (diferencia entre el valor del bien obtenido y el del bien al que se renuncia por el hecho de aceptarlo).
[8] Robert A. Heinlein popularizó en 1966 (en su novela La Luna es una cruel amante) el adagio preexistente (atestiguado al menos desde 1938) There Ain't No Such Thing As A Free Lunch ("no hay tal cosa como un almuerzo gratis" -equivalente a las expresiones castellanas "nadie da nada por nada" o "nadie da duros a peseta"-), reducida al acrónimo TANSTAAFL.
[9] Retomado por Milton Friedman, se utiliza en manuales de economía.