Su tarea inicial fue la dirección de la Cámara del Rey, así como guardar sus ropas y sus armas.
Se trataba de un oficio que suponía una gran proximidad al Rey y, por tanto, estaba confiado a consejeros próximos a la figura real.
El día de la Coronación, era encargado de recibir a los pares en la cámara del Rey: los pares eclesiásticos llamaban a la puerta cerrada, el Gran Chambelán les preguntaba qué buscaban, y los pares respondían que buscaban al Rey.
El Gran Chambelán recibía los botines reales que le daba el abad de Saint-Denis, y se los calzaba al Rey.
De la misma manera, le daba al Rey la dalmática y el abrigo reales.