Más audaz que Nicias, el comandante ateniense al que se enfrentaba, consiguió desplazar a los atenienses de sus ubicaciones estratégicas y romper el sitio.
[1] Cuando Atenas envió a Demóstenes con refuerzos, Gilipo también le derrotó, provocando el fracaso de la campaña ateniense en Siracusa.
Gilipo, ignorante de estas escítalas, no pudo resistir la tentación y, sin romper los sellos, descosió el fondo de cada bolsa y se llevó parte del dinero (unos trescientos talentos).
Al llegar a Esparta escondió ese dinero bajo el tejado de su casa, entregando a los éforos el resto en sus bolsas aparentemente intactas.
[6] Gilipo, descubierto, huyó de Esparta y marchó al exilio.