Giovanni Domenico fue un artista precoz y ya con 13 años era el principal ayudante del taller.Su tarea principal era repetir en gran formato los diseños que su padre esbozaba, aunque ya a los 20 años (1747-49) realizó por sí solo un importante ciclo del Via Crucis, catorce pinturas para la iglesia de San Polo de Venecia, donde aún se conservan.Estas imágenes las repitió en una serie de aguafuertes, que se publicaron en 1749 junto con una portada original y una dedicatoria (16 planchas en total).[1] Tras la muerte del padre, Giandomenico regresó a Venecia en 1770, mientras que Lorenzo prefirió quedarse en Madrid, donde murió pocos años después.Tales murales fueron arrancados hacia 1906 y se conservan actualmente en el palacio de Ca' Rezzonico.En sus últimas obras, parece que Giandomenico refrenó su técnica rococó, colorista y de pincelada suelta, para delinear más las figuras.
El expolio de Cristo
, 1772. Óleo sobre lienzo, 124,5 x 144,5 cm, Madrid, Museo Nacional del Prado.
El mundo nuevo
, h. 1765. Óleo sobre lienzo, 34 x 58,3 cm, Madrid, Museo Nacional del Prado. La composición —un grupo de personajes observando un espectáculo de linterna mágica vistos por la espalada— había sido pintada con anterioridad por Tiepolo en los frescos de la Sala del Carnaval de la Villa Valmanara de Vicenza, y la iba a repetir con escasas variaciones en 1791, en la serie de frescos de la Villa Tiepolo en Zianigo.