Valiente y eficiente oficial en su juventud, al ascender a general se transformó en un mero cortesano.
[2] Dirigía las operaciones desde su yate, anclado en el puerto de Esmirna.
[1] Dio claras muestras de locura, llegando al extremo de pensar que tenía las piernas de cristal (con lo que se negaba a levantarse de la cama) o que estaba muerto (negándose a responder a sus generales).
[3] Se tomó la decisión de destituirlo y remplazarlo por el general Tricoupis, pero el nombramiento le llegó a este último cuando ya había caído prisionero del ejército turco.
[4][3] Fue juzgado por un tribunal militar y condenado a muerte por alta traición en noviembre de 1922, durante el « Juicio de los Seis», proceso ampliamente criticado por varios políticos griegos en su tiempo, quienes argumentaron que el juicio solo trataba de buscar chivos expiatorios para el desastre militar griego en Asia Menor.