Por entonces, durante una excursión a la abadía de Neuburg, cerca de Heidelberg (1804), conoció a la poetisa Karoline von Günderrode, y se enamoraron, aunque él estaba ya casado con una mujer trece años mayor que él.
Durante muchos años Creuzer impidió que se publicara Meleté, el último libro de Karoline, donde aparece la historia de ese amor.
Fue pionero en la formulación de una teoría simbolista del mito —que influirá directamente en Bachofen y Hegel—, mediante la que definió la imprecisión y ambigüedad que acompañan a todo símbolo debido a su «peculiar posición intermedia suspendida entre lo finito y lo infinito».
Debido a ello, los símbolos permiten una pluralidad de interpretaciones así como también que se produzcan malentendidos por esta causa.
Sus contemporáneos consideraron este planteamiento teórico como un modo de reconciliar a la antigüedad clásica con la tradición judeocristiana.