Relaciones de clientela, séquito y vasallaje
Sus características, así como sus nombres, variaron según las circunstancias de tiempo y lugar, teniendo siempre en común el compromiso mutuo de brindar prestaciones, diferentes según se trate del débil (en general trabajo) o del poderoso (en general protección o beneficios económicos).A finales del Imperio romano, especialmente en la época de Diocleciano y Constantino, creció desmesuradamente la carga pecuniaria impuesta a los habitantes de las ciudades.Las relaciones de clientela (del latín cluere, acatar, obedecer) consistían en acuerdos privados, y por ello fuera del control estatal, por los que una persona ponía sus servicios a disposición de un patrón poderoso (usualmente un funcionario, obispo o senador) a cambio de su protección.Las relaciones convivieron en porcentajes variables según la debilidad del cliente.Como el primer reino medieval, el Sacro Imperio Romano Germánico, nació en la Galia alta habitada por los celtas, el término vasallo (en celta, escudero o paje) pasó a designar a la persona ligada a un patrón por una relación de clientela, séquito o vasallaje.