Gaspar de Rocamora y García de Lasa

Heredó sus títulos gracias al testamento de su padre, ya que su hermano Nicolás como primogénito, tenía derechos hereditarios superiores a los de Gaspar, aunque sólo sobre la baronía de Puebla de Rocamora y no sobre el marquesado de Rafal.

Pero el sentido patrimonial que daba la nobleza a los títulos nobiliarios, haciendo de estos posesiones privadas y familiares, llevó a Jerónimo a repartir sus posesiones en testamento entre dos de sus hijos varones.

El marqués mantuvo continuas pugnas con su primo lejano Fray Pedro de Dávalos y Rocamora, III conde de Granja de Rocamora, ya que Gaspar exigía que se le asignara el condado en testamento.

Al no haber tenido descendencia ni Francisco ni Fray Pedro, la rama de los Rocamora de la Casa de Granja quedó extinguida, dejando Fray Pedro en su testamento el condado a los Jesuitas, cosa a la que se oponía Gaspar alegando que La Granja era una propiedad histórica de los Rocamora.

Finalmente pasó a los Jesuitas, regresando más tarde, en 1755, al dominio de los Rocamora, pero esta vez, a la rama de marqueses de Rafal.