Ya de niño fue un competente violinista, dibujaba y pintaba.
Tenía apenas catorce años cuando fueron publicadas sus primeras críticas musicales.
Después del instituto, se mudó, desde su nativa Szabadka (Subotica), a Budapest para estudiar medicina.
Fue el primero en elogiar la obra de Béla Bartók y Zoltán Kodály.
Cuando volvió de la I Guerra Mundial estaba gravemente enfermo y su adicción se convirtió en un problema decisivo en su vida.