Las furanocumarinas son metabolitos secundarios fenólicos de las plantas cuya estructura química es la de una cumarina a la que se le adicionó un anillo furano.
Cumplen un rol importante en la defensa de las plantas ante los herbívoros y los hongos patógenos.
Al ser activadas, sus electrones alcanzan un estado de alta energía, con lo que pueden insertarse a sí mismas en la doble hélice del ADN y unirse a las bases pirimidínicas (citosina y timina), con lo cual bloquean la transcripción y la reparación del ADN, y finalmente llevan a la célula a la muerte.
Las furanocumarinas fototóxicas son especialmente abundantes en la familia de las umbelíferas, entre las que se encuentran el apio, la chirivía y el perejil.
En el apio, los niveles de furanocumarinas pueden multiplicarse unas 100 veces si la planta está estresada o enferma.