François Fournier

Tras la guerra volvió a Suiza y se estableció en Ginebra dedicándose al negocio de imprenta por muchos años.

Ante el crecimiento de la filatelia en Europa a inicios del siglo XX y crecer la demanda por emisiones raras y costosas, Fournier se dedicó a imprimir copias de sellos valiosos, destinados a los filatelistas que no podían pagar los elevados precios que por ellos se requería en el mercado del coleccionismo.

Desde 1910 hasta 1914, Fournier publicó su trabajo en su propio periódico y con una lista de precios "Le Fac-Simile".

Para 1914, había reproducido 3,671 estampillas diferentes y las ofrecía en su catálogo a muy bajo precio.

De hecho, durante su vida, Fournier nunca fue acusado de estafa, ya que nunca intentó vender su material como genuino, pero hacia 1914 empezó a sufrir el descrédito de los filatelistas cuando sus "reproducciones" empezaron a ser vendidas como sellos auténticos.