A finales del XIX existía la creencia paramédica de que una persona infectada de sífilis podía curarse completamente si tenía relaciones con una mujer virgen, una idea paralela a la que existe hoy en día en el África negra respecto al sida.
Este punto de vista se conoce en pintura precisamente como masculino-opresivo.
Era éste del desnudo femenino un tema entonces novedoso en la carrera del artista, que se había iniciado en él tan sólo un año antes.
La obra causó un gran escándalo, y no encontró comprador, por lo que acabó por regalársela a su amigo el músico Isaac Albéniz, como indica la inscripción (en catalán) que aparece en el margen inferior izquierdo: "al meu amic l'eminent compositor I. Albéniz" ("a mi amigo el eminente compositor I. Albéniz").
Está firmado y fechado justo debajo: "R. Casas 94".