Interesado por la música, Gelabert se une a la banda de Caibarién.
Hacia 1938, decidió dedicarse completamente a la escultura, arte que cultivaría por el resto de su vida.
Por esa época, se va de gira por Europa, visitando París, Nápoles, Roma, Florencia, Venecia y Bélgica.
Al regresar nuevamente a Cuba, creó numerosas esculturas en lugares públicos, tales como el monumento al general Quintín Bandera y las decoraciones del Hotel Habana Riviera, el Caballito de Mar, la Ninfa, el Tiburón y otro conjunto escultórico en bronce, frente a la entrada del cabaret de dicho hotel.
Esculpió un Cangrejo Gigante a la entrada de su pueblo natal.