[1] A lo largo de todo el siglo XV las ferias fueron alcanzando prestigio y popularidad; los viajeros y cronistas dejaron escritas abundantes descripciones en las que no faltan las alabanzas y las comparaciones (siempre a favor) con otras ferias famosas.
Los Reyes Católicos las protegieron y enriquecieron llegando a considerarlas como «ferias generales del reino» en 1491.
[2] Se celebraban dos veces al año, mayo y octubre y su duración era de cincuenta días.
Los mercaderes acudían desde otros reinos tanto de España como del extranjero, de lugares con una gran tradición ferial como podía ser Portugal, Francia, Italia y Flandes.
[3] En cuanto a las mercancías eran muchas y variadas, desde comestibles hasta obras de arte.