El término se ha utilizado para etiquetar y criticar las teorías que se perciben como centradas únicamente en la desigualdad basada en el género y desde un lente eurocentrista o anglocentrista.
[3] El término también se ha utilizado para referirse a teorías feministas que se consideran centradas más específicamente en la experiencia de las mujeres blancas, cisgénero, heterosexuales y sin discapacidades, y en las que se excluyen o marginan las experiencias de las mujeres sin estas características.
[4] Esta crítica se ha dirigido predominantemente contra las primeras olas del feminismo, que se consideraban centradas en el empoderamiento de las mujeres blancas de clase media en las sociedades occidentales.
Si bien el término es relativamente reciente, las críticas a los conceptos que representa se remontan al comienzo del movimiento feminista.
En sus orígenes, los feminismos de las sociedades occidentales tenían una sobrerepresentación de mujeres blancas educadas, cuyas metas se centraban principalmente en el derecho al voto y la representación política.