Felicitas (película)

Su padre sabe cuanto ama su hija a Enrique Ocampo, sin embargo, la obliga a casarse con Don Martín De Álzaga, el hombre más rico de la Argentina y 35 años mayor que ella.

Felicitas presiente que no va a poder sobrellevar la muerte de su hijo y para colmo un año después muere Don Martín.

Los pretendientes no tardan en aparecer y ella se enamora de su vecino de hacienda, el joven Samuel Sáenz Valiente, a quien conoció en una noche tormentosa cuando este le ofreció su ayuda al ver que su carreta no podía avanzar.

Lo realmente malo comienza cuando Enrique vuelve de la guerra y busca a Felicitas.

Todos los invitados salen a buscarla y Manuela grita: En la laguna ¡Están juntos!

El arma de Enrique se dispara accidentalmente y Felicitas cae al suelo.

Al ver que su amada ha muerto, Enrique se suicida pegándose un tiro en la cabeza.

Enrique muere en el acto mientras que Felicitas solo sobrevive unos segundos, los cuales fueron suficientes para que ella pudiera ponerse pegada a Enrique y así irse juntos de este mundo para poder vivir su amor eterno en los cielos.

Pertenece a una familia de la alta sociedad que le ha inculcado sus delicados modales.

Pero Felicitas tiene un amor de juventud, Enrique Ocampo, y no logra olvidarlo.

Con fortaleza y convicción, lleva adelante este papel contra cualquier obstáculo.

Su participación como soldado en la Guerra de la Triple Alianza le permite abandonar su desfachatez juvenil y además encontrar su vocación: la pintura.

Toda su femineidad se encuentra así opacada a la fuerza, pero también por decisión propia: ella sólo conoce el amor por las letras.

Las últimas décadas del siglo XIX en la Argentina, y más aún en Buenos Aires, se destacan por la enormidad de cambios que trajeron.

Con una libertad renovada, Buenos Aires se alquiló como sede de gobierno, y comenzó a conocerse como La Gran Aldea.

La arquitectura Colonial española se fusionaba con la de los italianos, los franceses y los ingleses.

El trasatlántico “América” se hundió en las costas del Río de la Plata.

Largometraje de ficción inspirado en un caso real Buenos Aires, segunda mitad del siglo XIX.

Durante los primeros años, sólo la mantiene viva el recuerdo de Enrique y la espera de las prometidas cartas que jamás llegarán a sus manos y, más tarde, la necesidad de saber sobre su amado, ya que se empezó a librar la guerra con Paraguay y Enrique está peleando en el frente.

Ante un viaje que aleja a su marido, Felicitas se instala con su hijo en la casa de sus padres, en Barracas.

Es ahora un hombre escéptico, pero obsesionado aún por su amor intacto hacia Felicitas y resignado, a su pesar, ante la decenas de cartas que le envió y que jamás tuvieron respuesta.

Pero Manuela Solá le despeja toda duda; fue ella quien retuvo las cartas, movida por su secreto y vergonzante amor hacia Enrique.

A su regreso, Álzaga no resiste esta terrible pérdida; su salud se quebranta y su propia tristeza sumada al desconsuelo de Felicitas lo vulneran, precipitando su muerte.Felicitas Guerrero de Álzaga es su heredera universal; luto tras luto, ya con 24 años y su belleza intacta, se reinserta en la vida social porteña.

En esta búsqueda conoce casualmente a Samuel Sáenz Valiente, un estanciero vecino, joven, simpático y generoso, que le abre la perspectiva de un futuro placentero, fresco, lejano a las relaciones atormentadas que signaron su vida.

Porqué el amor y la muerte aparecen con insistente frecuencia en mis escritos.

La familia patriarcal - que fue también la mía - funcionó como un paradigma de la sumisión, y mi ser mujer confrontó en un mundo dominado por los hombres, junto a mi pasión por las historias de amores imposibles.

Debí atravesar múltiples experiencias personales antes de abordar este film, que demandó un arduo proceso de seis años hasta alcanzar el guion definitivo que acompaña este libro.

Sé que solo así puedo abordarla porque - sospecho - el misterio encierra un gran amor.

Hace ya muchos años que, influenciada por el cine de María Luisa Bemberg y habiendo tenido a “Camila” entre mis proyectos, sueño con una gran historia, con un relato que amalgame, generosamente, sensibilidad, romanticismo e infortunio.

El mito urbano, creado a partir de su muerte, me subyuga.