Federico de Utrecht

Siendo todavía muy joven, fue entregado para su educación la escuela del convento de Utrecht bajo la guía del obispo Ricfredo, quien habría visto en él a su sucesor.[2]​ Ya siendo obispo, se lanza a recorrer todo el territorio que le había sido confiado.Escritores posteriores como Cesare Baronio y Jean Mabillon atribuyen el crimen a un noble de la isla Walcheren, lugar donde existía una hostilidad hacia la evangelización por parte de los pobladores, quien habría sido reprochado por el obispo debido a su actuar impúdico.[5]​ Para algunos autores, el relato relacionado con la acusación hacia la emperatriz podría tener una finalidad didáctica más que histórica.[6]​ Como persona, Federico era generoso con los pobres, hospitalario con los viajeros, y sacrificado en sus visitas a los enfermos, además de entregado a la vida de oración.