Fábulas de robots

Los humanos son tenidos por los robots como seres legendarios a los que aborrecen y temen, pero existen.

El universo pergeñado en estos cuentos será aprovechado después por Lem en otra colección suya: Ciberíada (Cyberiada, 1965).

Los cuentos de Fábulas de robots, según el orden establecido por la editorial Bruguera, componen esta serie: En las ediciones polacas y en otras, se incluye el cuento Los tesoros del rey Biskalar (Skarby króla Biskalara).

Con esa idea, se dirige a un planeta muy alejado de su estrella y, por tanto, helado.

Un tercer electroguerrero, sabedor de la suerte de los otros dos, llega a Crionia sin mucho temor a hundirse en el océano helado, pues puede permanecer tan frío como quiera, y sin temor a que se le endurezca una grasa que no necesita y que, por tanto, no lleva.

Pasado un tiempo, una astronave trae a Halazonio, y con él, al paliducho encerrado en una jaula.

Los súbditos del rey, sabiendo de qué criatura se trata, comienzan a molestarla; entonces, el paliducho los salpica con el agua del barril, y a continuación ellos intentan lapidarlo, pero son dispersados por los guardias.

Habiéndose enterado de todo eso, la princesa Electrina, llevada por su curiosidad, sale al jardín y comienza a hablar con el paliducho.

La visita se convierte en una costumbre, y pronto aprende la bestia enjaulada a expresarse en el idioma de la princesa.

Viendo que no guarda en su pecho la llave, se ponen a buscarla por todas partes.

El rey manda que se cumpla el deseo del prisionero, y éste, cuando ya está a punto de partir, muestra la llave, que no está dispuesto a entregar, y escapa con ella.

En una civilización acuática, el rey reúne a sus consejeros para que le fabriquen un heredero.

Siguiendo la tradición, habrán de permanecer encerrados en grupo hasta que hayan cumplido su tarea.

El constructor Trurl fabrica una máquina capaz de hacer todo aquello cuyo nombre empiece con la letra ene.

Clapaucio le pide a la máquina que haga la nada, y ésta empieza a hacer desaparecer el universo empezando por las cosas cuyo nombre empieza con la letra ene, pues está más familiarizada con esos nombres.

Clapaucio, que está ocupado en una de sus construcciones, le va pidiendo a la máquina tornillos y cosas parecidas.