La onda expansiva causó graves destrozos en la mayoría de las viviendas ubicadas en los alrededores.
[3] Inmediatamente fueron interrumpidos los servicios de energía eléctrica, agua potable y gas natural.
Dos escuelas del sector debieron suspender sus clases durante el día viernes 7, por presentar algunos daños.
Se decidió la intervención de Amaya esa misma noche, para evitar que el hematoma aumentara la tensión intracraneal.
[8] Un relevamiento realizado por la Municipalidad durante las horas posteriores al incidente detectó 20 viviendas con daños estructurales, que han quedado inhabitables y deberán ser demolidas.
Ese vapor expuesto al calor puede provocar un aumento de presión y por lo tanto una explosión.
Según se observa en algunos vídeos de los vecinos, primero hubo un incendio y luego ocurrió la gran explosión.
Según especialistas, si bien estas sustancias no son inflamables, almacenarlas juntas puede representar un riesgo de explosión.
[17] El 6 de octubre, un mes antes del siniestro, la Municipalidad constató tras una inspección que en el predio se fraccionaban productos de limpieza como cloro, detergentes y desengrasantes, y tintas cárnicas, usadas para marcar los animales faenados.
Por otro lado, se comprobó que la industria ocupaba una parcela (la número 10) más de las declaradas ante la habilitación municipal (parcelas 6, 8 y 9), y la misma era utilizada para el almacenamiento de tambores con químicos.
Según Serrano, esto se debió a "una cuestión de costos", y que "hay un seguro especial para todas las industrias químicas".
[23] Una semana después de la explosión, Raponi se abstuvo a declarar, por lo que Eve Flores decidió negarle la encarcelación, situación contraria de Javier Lagares, quién era responsable del depósito al momento del siniestro.
[24] El 18 de noviembre, la Justicia decide cambiar la carátula para agravar la imputación a Raponi.