Sus padres le transmitieron su formación intelectual, moral y cristiana.
Su gran interés por la literatura italiana lo llevó a estudiar esa lengua.
[2] Durante su juventud Margerie fue indiferente a la religión, aunque era ajeno al espíritu voltairiano y tenía respeto por «las cosas santas».
[5] Tras padecer una grave enfermedad en 1852,[6] comenzó su carrera literaria «al servicio de la religión y de la patria»,[5] escribiendo también para el diario católico L'Univers,[7] del que fue un asiduo colaborador.
Aunque fue menos conocido por sus obras que su hermano Amédée, de acuerdo con la revista bibliográfica francesa Polybiblion, sus publicaciones fueron «muy degustadas por los lectores católicos».