La arteria renal es el vaso sanguíneo que lleva la sangre al riñón, su obstrucción disminuye el flujo sanguíneo a este órgano y provoca insuficiencia renal e hipertensión arterial por activación del sistema renina-angiotensina-aldosterona.
[2] La falta de aporte sanguíneo suficiente al riñón provoca insuficiencia renal y la activación del sistema renina-angiotensina-aldosterona, lo cual ocasiona hipertensión arterial de origen renal (hipertensión renovascular) refractaria a los tratamientos habituales, por ello es frecuente la aparición de complicaciones como hipertrofia ventricular izquierda, insuficiencia cardiaca y accidente cerebrovascular.
[2][1] El diagnóstico se sospecha por los síntomas, la existencia de insuficiencia renal e hipertensión arterial severa que no responde al tratamiento.
Las pruebas más utilizadas son ecografía dúplex, angiotomografía computarizada y angioresonancia magnética.
El tratamiento quirúrgico se reserva para los casos más graves y consiste en la revascularización arterial mediante angioplastia renal y la colocación de un stent en la arteria renal a través de cateterismo.