En 1709, en un informe dirigido al virrey, el gobernador Urizar destacaba que la guerra defensiva que se mantenía contra las naciones bárbaras del Chaco era la principal causa del miserable estado en que se hallaba la provincia, especialmente las ciudades de frontera, sin que hubiera fuerzas para mantener por más tiempo la guerra defensiva por hallarse los vecinos sin caudales.
El Chaco Gualamba era herida sangrante del Tucumán, decía Urizar al rey en una carta de 1708.
[1] El gobernador consiguió que desde Tarija, Buenos Aires y el Paraguay, colaborasen con la empresa.
Las órdenes eran severas, todo indígena tomado con armas en mano debía ser ejecutado.
[3] En 1723 el gobernador Urizar, con el objeto de evitar el contrabando, dispuso que en todas las ciudades se usasen solamente los caminos reales que llegaban al puerto de Buenos Aires, pasando por Santiago del Estero hasta Salta y Jujuy, para que los comerciantes obligadamente pasaran por el registro de aduanas.
Se dio instrucciones a los oficiales de la Real Aduana de Jujuy, que debían entregar despachos o guías a los transportistas o comerciantes que pasaran por allí.