Este tiene una gran importancia histórica porque marcó la independencia de dichos países, inmediata o posteriormente a su ratificación.
Paralelamente, en el contexto de la Gran Depresión el Reino Unido se sirvió de la Commonwealth para mantener su economía dentro de un circuito cerrado, paliando así sus efectos ya que, pese a adoptar una política económica proteccionista tras su tradición librecambista, el Reino Unido pudo comerciar con estos territorios en una situación claramente ventajosa.
Sin embargo, no produjo inmediatamente ningún cambio a la legislación que establecía las constituciones de Australia, Canadá y Nueva Zelanda.
Esto significa, por ejemplo, que muchos cambios constitucionales continuaron requiriendo la intervención del parlamento británico, aunque solamente a petición y con el consentimiento de los dominios, como se describiera anteriormente.
El gobierno estatal envió una delegación a Westminster para que se sancionara conforme el resultado, pero el Parlamento británico rehusó intervenir, sobre la base de que la cuestión correspondía a la Mancomunidad de Australia.
El preámbulo por sí mismo no contiene provisiones ejecutorias, ya que simplemente expresa una convención constitucional, no obstante fundamental a la base de la relación entre Reinos del Commonwealth.
El rey quería contraer matrimonio con Wallis Simpson, una mujer divorciada y considerada inaceptable para convertirse en reina por los políticos británicos de la época.
El rey más tarde solicitó que los primeros ministros del Mancomunidad fueran consultados sobre un plan de compromiso, por el cual podía desposar a Simpson bajo un matrimonio morganático y de este modo no tener que convertirse en reina.
Todas estas negociaciones sucedieron en un estricto nivel diplomático y nunca fueron llevadas a los Parlamentos de la Mancomunidad.
Cuando Eduardo abdicó, el Parlamento de Sudáfrica formalmente votó «aprobar» la decisión del rey.