Durante el Renacimiento se perfila una imagen conforme al ideal de belleza renacentista.
[1] Las virtudes de la Virgen eran las femeninas y debían ser modelo tanto para mujeres como para hombres.
Y así desde los primeros siglos del cristianismo hubo mujeres que merecieron ocupar un puesto entre los padres de la Iglesia.
Los poetas se refieren a ella con apelativos cariñosos sinónimos de madre, reina, señora, criada, gloriosa y como terrena; "poderosa, en la cúspide del orden social y como humilde en la indefinición de las masas populares".
Sin embargo convierte a la mujer en ser amado y no un «ser que ama».
Durante los siglos XIII y XIV, las mujeres, a pesar de las prohibiciones, lograron acceder a la Universidad y ejercer como profesionales de la medicina.
El renacimiento fue un mundo intelectual y artístico del que se excluyó definitivamente a la mujer, por eso se considera que fue la muerte intelectual y artística de la mujer.
Se dispuso definitivamente que las mujeres no podían recibir la ordenación sacerdotal ni convertirse en miembros del clero secular, solo pertenecían al mundo eclesiástico como monjas o religiosas de segundo orden.