Se define en la configuración geométrica de un marco central, que resulta siendo un escudo bélico del Medioevo helvético.
Pudo ser quizás en alusión u honor a las tribus bravas que habitaron estas zonas y que defendieron estos territorios con el precio de sus vidas para por lo menos mantenerse independiente y en paz.
La zona superior que está en su mayor parte forjada o sostenida de las ramas ascendentes entre hojas y fruto naciente.
Anatómicamente en la parte superior anterior del marco, exactamente en la zona romboidea inferior se forma una cinta que se ejecuta a partir de un doblado central que forma nuevamente otra puntilla relacionada cardinalmente al sur con la punta inferior del rombo.
Ambos lados finalizan definitivamente en orden descendente ya que el doblado de ambos se lleva a cabo en una cuartada rectangular, y que en relación con el marco forma exactamente un ángulo más o menos de 45°; y en el último doblado se divide una zona cuadrada formándose en el centro de su capacidad un corte hasta los lados izquierdos.
El Sol se destina en un solo lugar muy perpendicular a la puntilla inferior; y desciende como una gran estrella que alumbra la situación o motivo del conjunto que conmemora a un tema paisajista del cantón Chone.
La Luna, el cielo y las estrellas conformaron una absoluta y verdadera creencia definiendo un considerable conjunto de mitología indígena hasta la llegada de la conquista española en el siglo XVI, que estos por disposiciones superiores clericales las condenaran como herejía a las adoraciones de dioses indios; empezándose a propagar al catolicismo por todo el entorno que fuera Hispanoamérica.
La Referencia más común del Sol en el escudo chonero será siempre la no vinculación directa con el mismo diseño de los escudos ecuatoriano y argentino, puesto que sí existe una comparación más técnica y profesional del dibujo; mientras que en los escudos nacionales ya citados el Sol conserva notoriamente su estructura facial, es decir su cara completa.