La escolástica —palabra originada en el latín medieval scholasticus, a través del latín tardío scholastĭcus «erudito», «escolar» como préstamo del griego σχολαστικός (scholastikós), adjetivo derivado de σχολή (skholé) «ocio, tiempo libre»—[1][2][3][4][5][6][7] es una corriente teológica y filosófica medieval que utilizó parte de la filosofía grecolatina clásica para comprender la revelación religiosa del cristianismo.[8] El surgimiento de la escolástica estuvo estrechamente asociado con estas escuelas que florecieron en Italia, Francia, España e Inglaterra.Esto incentivó en este movimiento una fundamental preocupación por consolidar grandes sistemas sin contradicción interna que asimilasen toda la tradición filosófica clásica.Según Edward Feser, "estrictamente hablando, no existe el escolasticismo" como una sola filosofía que se enseñó en las universidades de la Europa medieval- El término "escolasticismo" fue adoptado más tarde por neoescolásticos autodenominados de finales del siglo XIX y principios del XX.[15] Desde sus comienzos, el cristianismo ha visto a la filosofía como un medio propicio para entender y profundizar el misterio revelado por la fe.[16][17] La filosofía medieval Pre-escolástica estuvo marcada por un tradicionalismo y la sumisión a la autoridad.Su filosofía se mantiene en la línea de lo que se conoce como neoplatonismo en cuanto al platonismo y la teología negativa (o apofática) del cristianismo de Pseudo Dionisio en términos panteísticos.Se denomina «primera escolástica» o «escolástica temprana» la que tuvo lugar durante los siglos IX y XII, periodo caracterizado por las grandes cruzadas, el resurgimiento de las ciudades y por un centralismo del poder papal que desembocó en una lucha por las investiduras.Considerado el primer escolástico, sus obras Monologion y Proslogion tuvieron una gran repercusión, centrada sobre todo en su debatido argumento ontológico para probar la existencia de Dios a priori.Los franciscanos seguirán la línea abierta por la patrística, y asimilarán el platonismo, que era mucho más armonizable con los dogmas cristianos.Ingresó a la Orden de Predicadores, en la que ejerció con éxito el profesorado en varios lugares.Ordenado obispo de Ratisbona, puso todo su empeño en pacificar pueblos y ciudades.[25] Elaboró así una fusión platónico-aristotélica, el tomismo, que con sus argumentos cosmológicos y teleológicos (Quinque viae) para demostrar la existencia de Dios han sido la base fundamental de la filosofía cristiana durante muchos siglos.Contrario que Santo Tomás, seguía a San Agustín en la necesidad de la iluminación divina en el conocimiento y las formas platónicas en la mente de Dios (ejemplarismo), dando un papel más importante a la gracia divina.[21][26] El pensamiento escolástico giró hacia un misticismo y por otro lado al estudio de las ciencias naturales.Surgieron corrientes nuevas como el nominalismo que rompía la armonía fe y la razón anterior.Establece así una autonomía de la filosofía y la teología, pues es claro que cada una de estas disciplinas tiene su método y objeto propio; aunque para Escoto la teología supone desde luego, una metafísica.Los universales son únicamente nombres (nomen) y existen solo en el alma (in ánima).Esta postura, conocida como nominalismo, se opone a la tradición aristotélico-escolástica, que era fundamentalmente realista.La teología no es una ciencia, ya que sobrepasa los límites de la razón: la experiencia.[27] Este escolasticismo tardío tendrá en el jesuita español Francisco Suárez (1548-1617) uno de sus máximos exponentes.En la obra más importante de este, las Disputaciones metafísicas (1597), escrita en latín, se resume y moderniza toda la tradición escolástica anterior y se sientan las bases del iusnaturalismo o derecho natural de Hugo Grocio.Si bien continúa la tradición aristotélica de la filosofía española, añade elementos del nominalismo.Merecen destacarse también Désiré Joseph Mercier, Desiderio Nys, A. Farges, Tomasso Zigliara, Fernand van Steenberghen, Leo Elders, M. Grabmann, Armand Maurer, Charles de Koninck, James A. Weisheipl, Jean-Pierre Torrell, Josef Pieper, Pierre Mandonnet, A. D. Sertillanges, Reginaldo Garrigou-Lagrange, Odon Lottin OSB, Gallus M. Manser, Cornelio Fabro, John F. Wippel, etc. Bertrand Russel cita en Historia de la filosofía occidental a R. H. Tawney, quien dice que el verdadero descendiente de Aquino es la teoría del valor del trabajo, siendo el último de los escolásticos Karl Marx en economía.En este siglo merece destacarse la labor que han realizado los dominicos españoles.Asimismo, Antonio Millán-Puelles, Osvaldo Lira, Leonardo Castellani, Julio Meinvielle, Francisco Canals y la escuela tomista de Barcelona, Juan Vallet de Goytisolo, Jesús García López, Mariano Artigas Mayayo, Luis Clavell Martínez-Repiso, Ángel Luis González, Miguel Ayuso, Rafael Alvira, Rafael Gambra Ciudad, Tomás Melendo, Eudaldo Forment, Armando Segura, Luis Romera, Alfonso García Marqués, Patricia Moya, y Javier Pérez Guerrero.