La escarificación, independientemente del tipo, funciona acelerando los procesos naturales que normalmente hacen que las capas de semillas sean permeables al agua y al aire.
En la escarificación mecánica, el tegumento se abre físicamente para permitir la entrada de humedad y aire.
La escarificación térmica se puede lograr exponiendo brevemente las semillas al agua caliente, que también se conoce como tratamiento de agua caliente.
Una excepción a ese fenómeno es el roble venenoso occidental, cuyos gruesos revestimientos de semillas proporcionan un efecto de germinación retardado en el tiempo, pero no requieren la escarificación del fuego.
[2] Independientemente del método, las semillas escarificadas no se almacenan bien y deben plantarse rápidamente, para que no se vuelvan inviables.