Rudolph, sin embargo, expresó haber sido siempre católico y solo haberse relacionado con ese grupo durante seis meses por estar saliendo con una mujer que allí acudía;[1] también aseguró que la motivación detrás de sus crímenes fue religiosa y negó ser un racista.
Confeccionaba sus bombas usando dinamita y clavos para aumentar los daños lo más posible.
Pasó más de 5 años escondido en los montes Apalaches, perseguido por la policía federal y civiles.
Se cree que pudo mantenerse escondido tantos años gracias a simpatizantes de la región.
Algunas personas inclusive afirmaron que, de darse el caso, le ayudarían.