Los cambios epigenéticos ocurren no solo en el feto en desarrollo, sino también en los individuos durante toda la vida humana.
El primer ejemplo documentado de epigenética que afecta el comportamiento fue proporcionado por Michael Meaney y Moshe Szyf.
Esta sensibilidad al estrés se asoció a una regulación negativa en la expresión del receptor glucocorticoide en el cerebro.
El gen glucocorticoide se activa, dando como resultado una reducción de la respuesta al estrés.
Influencias ambientales y epigenéticas parecen trabajar juntos para aumentar el riesgo de adicción.
En un intento de hacer frente al estrés, el alcohol y las drogas pueden utilizarse como escape.
Se han observado modificaciones epigenéticas en estudios sobre roedores que implican etanol, nicotina, cocaína, anfetamina, metanfetamina y opiáceos.
Estas alteraciones pueden ser a largo plazo, como se evidencia en los fumadores que todavía poseen cambios nicotínicos relacionados con la epigenética diez años después de la cesación.
Estos hallazgos sugieren que la hipometilación del promotor da como resultado una sobreexpresión de la enzima.
Sin embargo, un segundo estudio no encontró diferencias epigenéticas en los cerebros post mortem de individuos bipolares.
Las causas del trastorno depresivo mayor (MDD) son mal entendidas desde la perspectiva de la neurociencia.
Estos procesos son heredables pero también pueden ser influenciados por factores ambientales como el tabaquismo y el abuso.
En realidad, muchos genes e interacciones entre ellos probablemente contribuyen a las diferencias individuales en la personalidad, el comportamiento y la salud.
Como los científicos sociales suelen trabajar con muchas variables, la determinación del número de genes afectados también plantea retos metodológicos.
Se ha propugnado una mayor colaboración entre investigadores médicos, genetistas y científicos sociales para aumentar los conocimientos en este campo de estudio.
Si estos patrones tratables en algún momento se establecen bien, la incapacidad de acceder a los cerebros en humanos vivos para identificarlos plantea un obstáculo para el tratamiento farmacológico.
La investigación futura también puede centrarse en los cambios epigenéticos que median el impacto de la psicoterapia en la personalidad y el comportamiento.
La experiencia en estudios posteriores será fundamental para comprender mejor el papel de la epigenética en la psicología.